¡Ay, la basura! No hablo solo de los pañales sucios o los restos de comida que mágicamente aparecen debajo del sofá. Hablo de esa otra "basura": las emociones intensas, los berrinches épicos, la frustración que se desborda y las rabietas que parecen sacadas de una película de terror. Sí, esos momentos en los que sientes que estás a punto de perder la cordura. ¿Te suena familiar? A mí sí, ¡y mucho!
¡Vaya, Cómo Recibimos la Basura!
Como padres, a menudo nos encontramos lidiando con una avalancha de emociones intensas por parte de nuestros hijos. Desde el bebé que llora desconsoladamente porque no puede alcanzar su juguete favorito, hasta el niño de preescolar que estalla en llanto porque no quiere ponerse los zapatos, pasando por el adolescente que se encierra en su habitación porque "nadie lo entiende". Es un torbellino constante, ¿verdad? Y, a veces, la forma en que reaccionamos a esta "basura" emocional puede marcar una gran diferencia en cómo nuestros hijos aprenden a manejar sus propias emociones.
¿Qué Está Pasando Realmente?
Entender la neurociencia detrás de las emociones de nuestros hijos puede ser de gran ayuda. Imagina el cerebro de un niño como una casa en construcción. La parte del cerebro responsable de la lógica y el razonamiento (la corteza prefrontal) aún está en proceso de desarrollo, especialmente en los niños más pequeños. Mientras tanto, la parte del cerebro que se encarga de las emociones (la amígdala) está funcionando a toda máquina. Esto significa que, a menudo, las emociones de nuestros hijos los abruman porque no tienen las herramientas necesarias para procesarlas y regularlas. Es como si estuvieran conduciendo un coche con un motor muy potente, pero sin frenos ni volante.
La psicóloga infantil Dra. Ana Pérez explica: "Es fundamental recordar que el cerebro de un niño no está completamente desarrollado hasta los veintitantos años. Esperar que un niño pequeño actúe con la misma calma y racionalidad que un adulto es simplemente irreal. Debemos tener paciencia y ofrecerles las herramientas que necesitan para desarrollar su inteligencia emocional".
5 Cosas Prácticas que Puedes Probar
Aquí te comparto algunas estrategias que a mí me han funcionado, y que espero que te sean útiles para navegar por el mar de emociones de tus hijos:
1. Valida Sus Sentimientos
En lugar de minimizar o negar lo que sienten tus hijos ("No llores por eso", "No es para tanto"), intenta validar sus emociones. Diles algo como: "Veo que estás muy enfadado porque no puedes jugar con ese juguete ahora mismo". Validar sus sentimientos no significa que estés de acuerdo con su comportamiento, sino que reconoces que su emoción es real y válida. Esto les ayuda a sentirse escuchados y comprendidos, lo que puede reducir la intensidad de la emoción.
2. Crea un Espacio Seguro
Ten un lugar en casa donde tus hijos puedan ir cuando se sientan abrumados. Puede ser un rincón tranquilo con cojines, mantas y algunos libros o juguetes relajantes. Este "rincón de la calma" debe ser un lugar positivo y seguro, no un castigo. Enseña a tus hijos a usarlo cuando sientan que necesitan un respiro.
3. Enséñales a Identificar Sus Emociones
Ayuda a tus hijos a ponerle nombre a lo que sienten. Usa tarjetas con caras que representen diferentes emociones (feliz, triste, enfadado, asustado) y juega con ellos a identificar cómo se sienten en diferentes situaciones. Cuanto mejor comprendan sus propias emociones, mejor podrán manejarlas. También puedes leer libros infantiles que traten sobre las emociones.
4. Practica la Respiración Consciente
La respiración profunda puede ser una herramienta poderosa para calmarse. Enseña a tus hijos a tomar respiraciones lentas y profundas cuando se sientan ansiosos o enfadados. Pueden imaginar que están oliendo una flor y luego soplando una vela. Practica esto con ellos cuando estén tranquilos, para que puedan usarlo más fácilmente cuando estén alterados.
5. Modela un Comportamiento Saludable
Los niños aprenden observando a sus padres. Si tú te enfadas y gritas cuando algo te frustra, es probable que tus hijos hagan lo mismo. Intenta manejar tus propias emociones de manera saludable, mostrando a tus hijos cómo te calmas, cómo expresas tus sentimientos de forma asertiva y cómo resuelves los problemas de manera constructiva. Recuerda que eres su principal modelo a seguir.
¿Qué Debemos Evitar?
Hay algunas cosas que, aunque puedan parecer lógicas en el momento, pueden empeorar la situación cuando nuestros hijos están lidiando con emociones intensas. Aquí te comparto algunas de ellas:
- Ignorar sus sentimientos: Decirles "No llores, no es nada" puede hacer que se sientan invalidados y que crean que sus emociones no importan.
- Castigarlos por sentir: Es importante recordar que no podemos controlar cómo se sienten nuestros hijos. Castigarlos por estar tristes o enfadados puede hacer que repriman sus emociones y que tengan dificultades para manejarlas en el futuro.
- Intentar razonar con ellos cuando están alterados: Cuando la amígdala (la parte emocional del cerebro) está en pleno funcionamiento, la corteza prefrontal (la parte lógica) está desconectada. Intentar razonar con un niño que está en medio de un berrinche es como intentar apagar un incendio con una cerilla. Es mejor esperar a que se calme antes de intentar hablar con él.
- Ceder a todas sus demandas: Validar sus sentimientos no significa que tengas que darles todo lo que quieren. Puedes reconocer su frustración por no poder jugar con algo, pero mantener tus límites. Esto les enseña que sus emociones son importantes, pero que no siempre pueden conseguir lo que quieren.
Perspectiva de Padres
"Al principio, los berrinches de mi hija me desesperaban. Me sentía avergonzada cuando ocurrían en público y no sabía qué hacer. Pero luego empecé a informarme sobre el desarrollo infantil y aprendí que los berrinches son una parte normal de la infancia. Empecé a validar sus sentimientos y a ofrecerle un espacio seguro para que se calmara. Poco a poco, los berrinches disminuyeron y aprendió a manejar sus emociones de manera más saludable", comparte María, madre de una niña de 4 años.
"Mi hijo adolescente se encerraba en su habitación cada vez que se sentía frustrado. Al principio, yo me enfadaba y lo obligaba a salir. Pero luego entendí que necesitaba espacio para procesar sus emociones. Empecé a darle ese espacio y a ofrecerle mi apoyo cuando estaba listo para hablar. Ahora, se siente más cómodo compartiendo sus sentimientos conmigo y hemos fortalecido nuestra relación", dice Juan, padre de un adolescente de 16 años.
Opinión de un Experto
La Dra. Elena Rodríguez, pediatra, comenta: "Es fundamental recordar que cada niño es diferente y que no hay una fórmula mágica para manejar las emociones. Lo importante es ser paciente, comprensivo y ofrecerles a nuestros hijos las herramientas que necesitan para desarrollar su inteligencia emocional. Si tienes dificultades, no dudes en buscar ayuda profesional".
En resumen, recibir la "basura" emocional de nuestros hijos no siempre es fácil, pero es una oportunidad para ayudarles a desarrollar habilidades importantes para la vida. Validar sus sentimientos, crear un espacio seguro, enseñarles a identificar sus emociones, practicar la respiración consciente y modelar un comportamiento saludable son algunas de las estrategias que puedes probar. Recuerda que la paciencia y la comprensión son clave. Y no te preocupes si no lo haces perfecto, ¡nadie lo hace! Lo importante es que estés presente y dispuesto a aprender junto con tus hijos.
Recuerda, estás haciendo un gran trabajo. Respira hondo, date un respiro y recuerda que no estás solo. ¡Todos estamos en esto juntos! Criar hijos es un viaje lleno de altibajos, pero también de momentos maravillosos. Aprende a disfrutar del proceso y celebra cada pequeño logro. ¡Ánimo!
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